Tiempos de redacción

Estaba intentando avergonzarme después los errores que encontré al re-leer el artículo que tan deprisa redacté ayer. Sigo excusándome en que llevaba un par de semanas sin escribir y que por eso no salió tan bueno como hubiese querido. La verdad es que esa no es la verdad. Que el error es completamente mío y que pudo ser prevenible.

¿Cómo? Sencillo: Normalmente antes de redactar un artículo uno tiene tiempo. Porque seamos honestos, no somos reporteros y no nos dicen que escribamos para el periódico de mañana a las 5. No, a nosotros nos dan semanas enteras para pensarle y escribir. Entonces, mi estrategia común es durante ese tiempo, utilizar casi el 50 por ciento en pensar. En leer cosas relacionadas, en buscar definiciones o cosas interesantes en la vida diaria que me puedan servir como ejemplos, analogías o propuestas.

Normalmente además busco discutir mis ideas con otras personas. Algunas veces con mis papás, con mis hermanos o con mis amigos. Cualquier excusa es buena para sacar el tema en la comida, caminata o en el coche. En el debate logro posicionar mejor mis ideas y quizás superar algunas de las malconcepciones lógicas que pueda tener.

Otro 30 por ciento lo utilizo en redactar el artículo. Siempre intento hacerlo rápido. Por la madrugada de preferencia porque así el teléfono no suena, no hay ruidos estrambóticos en la colonia y no tengo excusas para ir al banco o a x tienda o café porque sé que aún están cerrados. Además, tengo los ojitos descansados y no me estoy durmiendo en el teclado.

El 20 por ciento restante es de edición. Hago un poco de trampa porque la edición se subdivide en dos. Yo mismo releo y me edito un par de veces. Normalmente un día o dos antes de entregar. El otro diez va para algún amigo o familiar incauto que se me atraviesa. Naturalmente dicho individuo debe gozar de mi confianza editorial para que le meta mano al texto. También debe saber respetar lo que dije, como todo buen editor, y no querer cambiar todos mis argumentos con la excusa de que le faltaba una coma.

Todo lo anterior para decir que no respeté ninguna de las reglas que normalmente sigo. No señores, con este artículo escribí de día, entre corriendo al banco y contestando el teléfono. No pensé ni qué quería decir, ni cómo lo haría. Darme el tiempo para escribirlo fue ya per se un milagro. Luego la edición no existió. Releí y tuve que sin duda cambiar casi todo. De entre comas y errores de dedos a partes del contenido que no me gustaron en absoluto. Luego lo reenvié calificándo la primera versión de borrador.

Al menos borrado tenía que terminar el primero.
¿Será que me oxidé por no escribir durante casi un mes?

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