Una fortuita làgrima

Cada lágrima que recorre tu mejilla es un mundo de ilusiones y de vidas, de momentos. La veo recorrer lentamente tu rostro; desde que sale de la orilla interior del ojo hasta que choca con tus labios, pasando por el montículo que representan tus mejillas. Primero el ojo izquierdo, luego el derecho; se suceden continuamente sin parar. A veces llega un poco de viento que ocasiona la tregua. Pasan algunos segundos. El viento mismo seca el mar de pensamientos que habitaban ahí, con los distintos desenlaces posibles; otro lugar para la desertificación. Inmediatamente, la fuente máxima regenera el proceso. Sin poder en realidad hacer nada, imposibilitado y destinado a sólo observar, a dejar que las cosas lleven su cauce, lloro yo también.

En mi las lágrimas son internas. Hace bastantes años que no puedo esgrimir una lágrima fortuita, un pedazo de ilusión visible al que observa. Sin embargo, eso no impide que deje yo de llorar. El sonido es nulo, el corazón se inunda en su propia sangre a sabiendas de que la única forma de vivir es aceptar la inmensidad del sufrimiento, llevarlo consigo mismo y vivir de él. No se trata de una necedad o extraña dependencia a la sangre, se trata de un mar rojo de vida que lleva en sí más ilusiones e historias por contar.

¡Gracias!

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