Y la vida sigue

¿Y por qué no? Tengo que presumir el pesimismo que hoy me abruma, pues la verdad no es algo que suceda en mi discurso o en mi pensamiento muy a menudo. De entrada, ¿qué es lo que hace a la iniciativa que llevamos a cabo en nuestra acción algo verdaderamente útil? En mi perspectiva, no logramos nada. Nos creemos poder salvar el mundo cuando en realidad no logramos comprender más allá de nuestra realidad ni lo que en realidad somos. Sin pretender ser demasiado filosófico o pirandellista, ¿hay algo que podamos en realidad llevar a cabo que no sea interceptado por las emociones banales que sentimos a cada día?

Creo que las pequeñas revoluciones existen, pero son fugaces y minúsculas; como el amor, como la amistad, como las interpretaciones mismas de la realidad o de la vacuidad. En realidad nos vemos perdidos en las formas, en lo que se dice, en imaginarios colectivos e individuales que nos decimos los unos a los otros.

Nos pensamos y nos redibujamos a nuestro antojo, a veces exitosamente, a veces no. Sin embargo, no nos queda sino sufrir nuestra vida diaria. Y la vida sigue, acabándose inexorablemente, muriendo minuto a minuto. Mientras tanto, podemos seguir soñando a que lo que planeamos se realizará, a que existen planetas utópicos (como del que yo soy originario, según V.) en donde los pensamientos son fáciles de transmitir y de llevar a la realidad.

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